martes, 8 de febrero de 2011

Iluminismo vs. Oscurantismo


El Iluminismo, también conocido como Ilustración, fue lo contrario al Oscurantismo de la Edad Media. Aquella larga noche de mil años que surgió del matrimonio arreglado entre el poder político y la Iglesia Católica. Quienes reivindican la Edad Media diciendo que no fue tan oscura porque hubo adelantos como la invención de las universidades, olvidan que éstas nacieron sin el menor interés humanista, sino para asegurar el monopolio del conocimiento en manos de la élite monástica y, posteriormente, de príncipes y nobles.

Esta edad oscura que se extendió del S. V al XV, se caracterizó por reprimir el ejercicio del pensamiento. No digamos del pensamiento crítico o el libre pensamiento sino cualquier expresión de pensamiento individual. La feroz censura vigilada por la Inquisición autorizaba un solo libro incuestionable: La Biblia, y un solo filósofo oficial: Aristóteles (el mismo que justificaba la esclavitud; defendía el supuesto derecho de las naciones fuertes de dominar a las débiles; y consideraba seres inferiores a las mujeres). Toda idea que se saliera de los preceptos bíblicos y aristotélicos era motivo suficiente para terminar en la hoguera.

Pero el reino de la oscuridad nunca es eterno y la luz siempre encuentra la manera de abrirse paso para iluminar el mundo. Desde finales del S. XVII y comienzos del XVIII nació una generación de valientes filósofos que se atrevieron a desafiar la amenaza de muerte que pendía sobre el pensamiento. Enarbolando la consigna “Sapere Aude” (Atrévete a pensar) se dedicaron a cuestionarlo todo y demoler los dogmas, que son los barrotes y las paredes del pensamiento.

Descubrieron que el conocimiento es capaz de liberar al ser humano de cualquier forma de esclavitud y que esto funciona con todas las personas, independientemente se su procedencia, raza, clase social o sexo. Esta idea, que hoy nos resulta tan familiar, fue una de los descubrimientos más revolucionarios de la historia.

La sed de pensar y conocer de “los iluministas” era tan grande que parecían apresurados por compensarle a la humanidad los mil años de ignorancia que el terrorismo eclesiástico había impuesto. No se conformaron con tratar de aprenderlo todo, sino que se obsesionaron por enseñar y difundir lo aprendido. Su misión no era interpretar el mundo. Fueron en realidad los libertadores del pensamiento.

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