miércoles, 16 de febrero de 2011

Iluminismo vs. Oscurantismo II


Una frase célebre de Marx es aquella que reza “Los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo de diversas maneras. De lo que se trata es de transformarlo”. Es una aguda crítica al pensamiento estéril de muchos filósofos contemplativos que durante siglos elucubraron sobre temas abstractos sin impugnar las injusticias del mundo ni aportar nada para el bienestar del ser humano.

Sin embargo, es justicia reconocer a un grupo de filósofos que antes de Marx exploraron la capacidad del ser humano para ser libre y para ser feliz. Esta fue la mayor originalidad de hombres como Rousseau, Montesquieu, Voltaire, Diderot, entre otros, que coincidieron en Francia durante el S. XVIII o Siglo de la Luces, como también se le conoce.

Propusieron la felicidad como un ideal que podía ser alcanzado en la tierra y no en el cielo, y la colocaron como el propósito fundamental de la política. Pero era evidente que nadie podía ser feliz siendo esclavo ni viviendo bajo el yugo de un monarca totalitario. Tampoco se podía ser feliz trabajando 18 horas diarias o sumido de por vida en la ignorancia por no tener oportunidad de educarse.

Encandilados de un optimismo sin precedentes emplearon a fondo su pensamiento para ayudar a superar el sufrimiento humano. Sabían que todo hombre era capaz de pensar y tenía derecho a recibir una educación que le permitiera desarrollar esta capacidad para ejercerla libremente, sin ningún tipo de tutelaje. Ese era el proyecto de los Iluministas. Si en lugar de filósofos y libros sagrados existieran sociedades enteras de ciudadanos pensantes, se alcanzaría la República en la que todos podrían gozar de una felicidad razonable. Difundieron sus ideas por los medios a su alcance, entre ellos la publicación de una ambiciosa Enciclopedia que recogía los conocimientos y los oficios conocidos hasta el momento.

No tuvieron que tomar una espada en sus manos para que estas ideas desataran tres revoluciones que cambiaron el mundo: La Independencia de los EE.UU, La Revolución Francesa y la Independencia de Nuestra América. Pero hubo un hombre que conoció a fondo el pensamiento de los Iluministas y participó directamente en estos tres acontecimientos históricos: Francisco de Miranda. Otro hombre que también se formó en este espíritu ilustrado educó a nuestro Libertador: Simón Rodríguez.

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